Soportales cluberos

En esta maravillosa tarde de Junio la Biblio se hizo la pisha un lío y nos tuvimos que arreglar sacando las mesas a los soportales para desplegar todo  nuestro potencial allende nuestras fronteras.

Y lo cierto y verdad es que estuvimos mejó que embrasso, la siguiente retahíla de fotos así lo demuestran:

Aquí un vistazo general de todo nuestro despliegue friki.

Nuestro nuevo compañero de armas, Dani, se enfrenta a Goliath en una partida de Space Hulk 3Ed.

Korsario y Arya, que compartieron mesa con los anteriores, echaron una tandas a Sequence, Mamma Mía y  el juego customizado by Arya. Y es que en éste nuestro club no hay nada que más nos guste que customizarlo todo ¿eh?

Tres grandes experimentados roleros como son Hidar, Antarx y Laeroth tratan de enseñar a Mazinguer de qué va ese mundillo. Concretamente le hincaron en diente a La Leyenda de los 5 Anillos.

Parece que les gustan las bebidas refrescantes de extractos con fórmulas secretas.

Attila, que no se aprecia en esta foto mucho que digamos (creo que ese pixel azul de la derecha es de su camiseta :) ), nos enseñó su maravilloso juego de Gears of War donde se juntó con los marines MagoSlann, Tiger y Letor para tratar de aplacar las ansias de sangre del malvado clan Locust.

Aquí podemos ver como el marine de Mago Slann hace amigos en la puerta de la disco Locust. Aunque no llevara invitación, los Infames, bien conocidos por sus caricias, le toquetearon un ratillo. Finalmente Mago se dio cuenta que no estaba en el sitio correcto y salió de allí como almax que lleva el diablo.

¡Oh sí! ¡la mesa de las bellezas! Alban (la más guapa de todas) dirigió su partida de Twin Peaks a todas las wapis del planeta y a Sirkamus como invitado masho-alfa-gallo-del-gallinero.

Aquí todas las wapis se concentran mientras ven un cameo de Tomasito en el capítulo 234 de Pasión de Gavilanes.

Sí, amigos. Así fue. Todos en la calle, al aire fresco, nos echamos unas partidas tan gloriosas como grandiosas que nos amenizaron la tarde, objetivo último de éste, nuestro lugar de desconexión.

Y luego nos fuimos prácticamente todos a tomar unas cervezuelas. 

Aunque sólo algunos irreductibles quedamos para la última:

Olé esa corbata molona.

Y ya está. Así fue como sucedió y así se lo ha contado este humilde narrador.